jueves, 26 de abril de 2012

De la Rebelión de las Masas


El tema que persigo en estas páginas es políticamente neutro, porque alienta un estrato mucho más profundo que la política y sus dimensiones”. 

José Ortega y Gasset
De esta manera el filósofo español José Ortega y Gasset advierte a los desprevenidos que su ensayo no está dirigido a explicar una conducta social que opera meramente en el aspecto político. No se trata de masas obreras, fascismo o comunismo. Se trata de una manera de ser a la que ha llegado la sociedad europea en los primeros decenios del siglo XX. Una forma de ser que se distingue de todas las anteriores en un cambio de actitud por parte de un sector de la sociedad. 

¿La novedad? Las masas, el hombre vulgar, es ahora quien lleva las riendas de la vida social europea. El fenómeno que Ortega intenta explicar no refiere a clases sociales sino a una “clase de hombre”; el hombre masa. “Conviene que se evite dar un significado exclusiva o primariamente político. La política es uno de los ámbitos en los cuales el hombre-masa manifiesta su existencia pero no es la causa de su existencia". 

Las masas según la definición del sociólogo francés Gustave Le Bon refieren a una "agrupación humana con los rasgos de pérdida de control racional, mayor sugestionabilidad, contagio emocional, imitación, sentimiento de omnipotencia y anonimato para el individuo". Ellas mismas, anónimas e irracionales, sin individuos que se distingan del resto por características especiales, se hallaban al frente del poder político en las épocas posteriores a la Primera Guerra Mundial. 

El hecho era nuevo para aquel entonces y se trató del “advenimiento de las masas al pleno poderío social”. Siempre habían existido las masas, pero esta vez se “rebelaban contra su propia naturaleza”. Las masas, por definición “no deben ni pueden dirigir su propia existencia, y menos regentar la sociedad”. 

Pretender la masa actuar por sí misma es rebelarse contra su propio destino, y como eso es lo que hace ahora, hablo yo de la rebelión de las masas”. Estas concepciones que a prima facie pueden parecer de tono elitista por parte del pensador, pueden justificarse si se supone que las masas, como tal, han existido siempre, y que las personas que la constituyen, lo hacen por su propia voluntad (o más bien por la falta de ella). El hombre-masa dejaría de serlo (siempre hablando de forma esquemática) en el momento en que se propone autosuperarse como individuo. Lo que el español critica es que las masas, sin remitir esfuerzo alguno (y, por definición, lo hacen mientras sean masa) se vean a si mismas con las potestades de imponer su vulgaridad a las minorías. 

De esta manera tenemos que la masa, componente omnipresente en todas las épocas, aparece hoy con el poder de imponer coercitivamente sus apetitos y deseos dentro de un orden social que se vale de la fuerza mayoritaria, avasallando los derechos individuales. 

La historia parece, por vez primera, entregada a la decisión del hombre vulgar. O dicho en voz activa: el hombre vulgar, antes dirigido, ha resuelto gobernar el mundo”. 

La Revolución Marxista en Rusia producida en 1917, el advenimiento del Fascismo de Mussolini en 1922, y la dictadura de Primo de Rivera en España a partir de 1923; refieren a un hecho común, a pesar de los diferentes signos políticos. El hombre medio, el hombre vulgar (a través de un representante de masas) se encuentra en el epicentro del poder.          


MUCHEDUMBRES
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El dato es contundente: “desde que en el siglo VI comienza la historia europea, hasta el año 1800 (doce siglos), Europa no consigue llegar a 180 millones de habitantes. Pero desde 1800 a 1914 (poco más de un siglo) la población europea asciende de 180 a ¡460 millones!”. La novedad refiere al hecho de las aglomeraciones; “La muchedumbre, de pronto, se ha hecho visible, se ha instalado en los lugares preferentes de la sociedad. Antes, si existía, pasaba inadvertida, ocupaba el fondo del escenario social; ahora se ha adelantado a las baterías, es ella el personaje principal. Ya no hay protagonistas: sólo hay coro”.
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MASAS Y MINORÍAS EXCELENTES
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El pensador español realiza un esquema de los componentes en una sociedad dividiendo a los mismos en pertenecientes a las masas o a minorías. 
Masa es todo hombre que desea ser como “todo el mundo”. No desea diferenciarse por razones o talentos especiales, y se siente a gusto al coincidir con la mayoría. Su individualismo se diluye en el sentir común. 

“La masa puede definirse, como hecho psicológico, sin necesidad de esperar a que aparezcan los individuos en aglomeración. Delante de una sola persona podemos saber si es masa o no”. 
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Manifestación de Antonio Berni (1934)
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“La masa es lo que no actúa por sí misma. Tal es su misión. Ha venido al mundo para ser dirigida, influida, representada. Pero no ha venido al mundo para hacer todo eso por sí. Necesita referir su vida a la instancia superior, constituida por las minorías excelentes”

Las minorías selectas son, de acuerdo al esquema de Ortega, el otro componente de la sociedad; “el hombre selecto no es el petulante que se cree superior a los demás, sino el que se exige más que los demás, aunque no logre cumplir en su persona esas exigencias superiores”. 
La división de la sociedad en masas y minorías excelentes no es, por lo tanto, una división en clases sociales, sino en clases de hombres. Dentro de cada clase social hay masa y minoría auténtica.


CAMBIO DE ACTITUD DE LAS MASAS
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Ciertos placeres de carácter artístico y lujoso o bien las funciones de gobierno y de juicio político sobre los asuntos públicos, antes eran ejercidas estas actividades especiales por minorías. La masa no pretendía intervenir en ellas: se daba cuenta de que si quería intervenir tendría, congruentemente, que adquirir esas dotes especiales y dejar de ser masa. Conocía su papel en una saludable dinámica social”. 

En la democracia liberal, la masa presumía que, al fin y al cabo, con todos sus defectos, las minorías de los políticos entendían un poco más de los problemas públicos que ella. Ahora, en cambio, cree la masa que tiene derecho a imponer y dar vigor de ley a sus tópicos de café. Yo dudo que haya habido otras épocas de la historia en que la muchedumbre llegase a gobernar tan directamente como en nuestro tiempo”. 

"Lo característico del momento es que el alma vulgar, sabiéndose vulgar, tiene el denuedo de afirmar el derecho de la vulgaridad y lo impone dondequiera. La masa arrolla todo lo diferente, individual, calificado y selecto. Quien no sea como todo el mundo, quien no piense como todo el mundo, corre el riesgo de ser eliminado". 

"[Las masas] gozan de los placeres y usan los utensilios inventados por los grupos selectos y que antes sólo éstos usufructuaban. Sienten apetitos y necesidades que antes se calificaban de refinamientos, porque eran patrimonio de pocos".
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COMO LLEGAN LAS MASAS A GOBERNAR LA VIDA SOCIAL
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"En el siglo XVIII ciertas minorías descubrieron que todo individuo humano, por el mero hecho de nacer, y sin necesidad de calificación especial alguna, poseía ciertos derechos políticos fundamentales, los llamados derechos del hombre y del ciudadano, y que, en rigor, estos derechos comunes a todos son los únicos existentes. Todo otro derecho afecto a dotes especiales quedaba condenado como privilegio. Fue esto, primero, un puro teorema e idea de unos pocos". 

"Hoy aquel ideal se ha convertido en una realidad, no ya en las legislaciones, que son esquemas externos de la vida pública, sino en el corazón de todo individuo, inclusive cuando sus ideas son reaccionarias; es decir, inclusive cuando machaca y tritura las instituciones donde aquellos derechos se sancionan". 

"La soberanía del individuo no cualificado, del individuo humano genérico ha pasado, de ideal jurídico que era, a ser un estado psicológico constitutivo del hombre medio. Y cuando algo que fue ideal se hace ingrediente de la realidad, inexorablemente deja de ser ideal. El prestigio y la magia autorizante, que son atributos del ideal, que son su efecto sobre el hombre, se volatilizan. Los derechos niveladores de la generosa inspiración democrática se han convertido, de aspiraciones e ideales, en apetitos y supuestos inconscientes". 

"El sentido de aquellos derechos no era otro que sacar las almas humanas de su interna servidumbre y proclamar dentro de ellas una cierta conciencia de señorío y dignidad. ¿No era esto lo que se quería? ¿Que el hombre medio se sintiese amo, dueño, señor de sí mismo y de su vida? Ya está logrado. ¿Por qué se quejan los liberales, los demócratas, los progresistas de hace treinta años? ¿O es que, como los niños, quieren una cosa, pero no sus consecuencias? Se quiere que el hombre medio sea señor. Entonces no extrañe que actúe por sí y ante si, que reclame todos los placeres, que imponga, decidido, su voluntad, que se niegue a toda servidumbre, que no siga dócil a nadie, que perfile su indumentaria: son algunos de los atributos perennes que acompañan a la conciencia de señorío. Hoy los hallamos residiendo en el hombre medio, en la masa".
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LA PLENITUD DE LOS TIEMPOS
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"Los tiempos de plenitud se sienten siempre como resultado de otras muchas edades preparatorias, de otros tiempos sin plenitud, inferiores al propio. Nuestro tiempo es un tiempo que viene después de un tiempo de plenitud".

"Lo esencial para que exista "plenitud de los tiempos" es que un deseo antiguo, el cual venía arrastrándose durante siglos, por fin un día queda satisfecho. Y, en efecto, esos tiempos plenos son tiempos satisfechos de sí mismos; a veces, como en el siglo XIX, archisatisfechos. Pero ahora caemos en la cuenta de que esos siglos tan satisfechos, tan logrados, están muertos por dentro. La auténtica plenitud vital no consiste en la satisfacción, en el logro, en la arribada. Ya decía Cervantes que "el camino es siempre mejor que la posada". Un tiempo que ha satisfecho su deseo, su ideal, es que ya no desea nada más, que se le ha secado la fontana del desear. La plenitud es en realidad una conclusión". 
"La fe en la cultura moderna era triste: era saber que mañana iba a ser, en todo lo esencial, igual a hoy; que el progreso consistía sólo en avanzar sobre un camino idéntico al que ya estaba bajo nuestros pies. Un camino así es más bien una prisión".
"El hombre del presente siente que su vida es más vida que todas las antiguas, que el pasado íntegro se le ha quedado chico a la humanidad actual. Lo que ha acaecido es que, de puro sentirse más vida, ha perdido todo respeto, toda atención hacia el pasado". 


"Nos encontremos con una época que no reconoce en nada pretérito posible modelo o norma, y sobrevenida al cabo de tantos siglos sin discontinuidad de evolución, parece, no obstante, un comienzo, una alborada, una iniciación, una niñez". 
"La seguridad de las épocas de plenitud — como en la última centuria — es una ilusión óptica que lleva a despreocuparse del porvenir, encargando su dirección a la mecánica del universo. Lo mismo el liberalismo progresista que el socialismo de Marx, suponen que lo deseado por ellos como futuro óptimo se realizara inexorablemente, con necesidad pareja a la astronómica. Bajo su máscara de generoso futurismo, el progresista no se preocupa del futuro: convencido de que no tiene sorpresas ni secretos, peripecias ni innovaciones esenciales. Seguro de que ya el mundo irá en vía recta, sin desvíos ni retrocesos".
"El tipo medio del actual hombre europeo posee un alma más sana y más fuerte que la del pasado siglo, pero mucho más simple. De aquí que a veces produzca la impresión de un hombre primitivo surgido inesperadamente en medio de una viejísima civilización".
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EL HOMBRE MASA

"El hombre que ahora intenta ponerse al frente de la existencia europea es muy distinto del que dirigió al siglo XIX, pero fue producido y preparado en el siglo XIX". 

"La facilidad material; Cada día agregaba un nuevo lujo al repertorio de su estándar vital. Lo que antes se hubiera considerado como un beneficio de la suerte, que inspiraba humilde gratitud hacia el destino, se convirtió en un derecho que no se agradece, sino que se exige". 

"A esta facilidad y seguridad económica añádanse las físicas: el confort y el orden público. La vida va sobre cómodos carriles, y no hay verosimilitud de que intervenga en ella nada violento y peligroso". 

"Aún más clara la contraposición de situaciones si de lo material pasamos a lo civil y moral. El hombre medio, desde la segunda mitad del siglo XIX, aprende que todos los hombres son legalmente iguales". 

"Tres principios han hecho posible ese nuevo mundo: la democracia liberal, la experimentación científica y el industrialismo. Los dos últimos pueden resumirse en uno: la técnica. Ninguno de esos principios fue inventado por el siglo XIX, sino que proceden de las dos centurias anteriores". 

"El mundo que desde el nacimiento rodea al hombre nuevo no le mueve a limitarse en ningún sentido, no le presenta veto ni contención alguna, sino que, al contrario, hostiga sus apetitos, que, en principio, pueden crecer indefinidamente. El hombre vulgar, al encontrarse con ese mundo técnica y socialmente tan perfecto, cree que lo ha producido la naturaleza, y no piensa nunca en los esfuerzos geniales de individuos excelentes que supone su creación". 

Multitud ovaciona a Galtieri el 2 de Abril de 1982 ante el anuncio de la ocupación militar de las islas Malvinas



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"Apuntamos en el diagrama psicológico del hombre-masa actual dos rasgos: la libre expansión de sus deseos vitales y la radical ingratitud hacia cuanto ha hecho posible la facilidad de su existencia. Ambos rasgos componen la conocida psicología del niño mimado". 

"La perfección misma con que el siglo XIX ha dado una organización a ciertos órdenes de la vida, es origen de que las masas beneficiarias no la consideren como organización, sino como naturaleza. Así se explica y define el absurdo estado de ánimo que esas masas revelan: no les preocupa más que su bienestar, y, al mismo tiempo, son insolidarias de las causas de ese bienestar. Como no ven en las ventajas de la civilización un invento y construcción prodigiosos, que sólo con grandes esfuerzos y cautelas se pueden sostener, creen que su papel se reduce a exigirlas perentoriamente, cual si fuesen derechos nativos. En los motines que la escasez provoca suelen las masas populares buscar pan, y el medio que emplean suele ser destruir las panaderías. Esto puede servir como símbolo del comportamiento que, en más vastas y sutiles proporciones, usan las masas actuales frente a la civilización que las nutre". 

"El hombre-masa actual, es tan masa como el de siempre, pero que quiere suplantar a los excelentes. Se siente intelectualmente completo y pretende imponer al orden de la vida social, sus tópicos de café vomitados sin ninguna clase de reflexión previa". 

"Llamamos masa a este modo de ser hombre, no tanto porque sea multitudinario, cuanto porque es inerte". 

"Incapaces de otro esfuerzo que el estrictamente impuesto como reacción a una necesidad externa". 


LA ACCION DIRECTA y LA VIOLENCIA (FORMA DE INTERVENCION DE LAS MASAS EN LA VIDA PÚBLICA)

"Nunca el vulgo había creído tener "ideas" sobre las cosas. Tenía creencias, tradiciones, experiencias, proverbios, hábitos mentales, pero no se imaginaba en posesión de opiniones teóricas sobre lo que las cosas son o deben ser — por ejemplo, sobre política o sobre literatura. 

"Hoy, en cambio, el hombre medio tiene las "ideas" más taxativas sobre cuanto acontece y debe acontecer en el universo. Por eso ha perdido el uso de la audición. ¿Para qué oír, si ya tiene dentro cuanto falta? Ya no es sazón de escuchar, sino, al contrario, de juzgar, de sentenciar, de decidir. No hay cuestión de vida pública donde no intervenga, ciego y sordo como es, imponiendo sus "opiniones"

"La civilización no es otra cosa que el ensayo de reducir la fuerza a ultima ratio". 

Juan Perón. Prototipo de la "acción directa" en Argentina
"La acción directa consiste en invertir el orden y proclamar la violencia como prima ratio, como única razón. Es ella la norma que propone la anulación de toda norma, que suprime todo intermedio entre nuestro propósito y su imposición. Es la Carta Magna de la barbarie". 

"En todo tiempo, cuando la masa, por uno u otro motivo, ha actuado en la vida pública, lo ha hecho en forma de "acción directa". Fue siempre el modo de operar natural a las masas. Y corrobora la tesis de este ensayo el hecho de que ahora, cuando la intervención directa de las masas en la vida pública ha pasado de casual e infrecuente a ser lo normal, aparezca la "acción directa" oficialmente como norma reconocida". 

"Toda la convivencia humana va cayendo bajo este nuevo régimen en que se suprimen las instancias indirectas"

"¡Trámites, normas, cortesía, usos intermediarios, justicia, razón! ¿De qué vino inventar todo esto, crear tanta complicación? Todo ello se resume en la palabra civilización. Se trata con todo ello de hacer posible la ciudad, la comunidad, la convivencia". 

"Civilización es, antes que nada, voluntad de convivencia. Se es incivil y bárbaro en la medida en que no se cuente con los demás". 

"La forma que en política ha representado la más alta voluntad de convivencia es la democracia liberal". 

"¡Convivir con el enemigo! ¡Gobernar con la oposición! ¿No empieza a ser ya incomprensible semejante ternura?".

"Se ha apoderado de la dirección social un tipo de hombre a quien no interesan los principios de la civilización. Le interesan los anestésicos, los automóviles y algunas cosas más. Pero esas cosas son sólo productos de ella, y el fervor que se les dedica hace resaltar más a la insensibilidad hacia los principios de que nacen". 

"El hombre hoy dominante es un primitivo, un Naturmensch emergiendo en medio de un mundo civilizado". 

"El nuevo hombre desea el automóvil y goza de él; pero cree que es fruta espontánea de un árbol edénico. En el fondo de su alma desconoce el carácter artificial, casi inverosímil, de la civilización, y no alargará su entusiasmo por los aparatos hasta los principios que los hacen posibles. Asistimos a la "invasión vertical de los bárbaros”. El hombre-masa actual es, en efecto, un primitivo, que se ha deslizado en el viejo escenario de la civilización". 

"La naturaleza está siempre ahí. Se sostiene a sí misma. La civilización no está ahí, no se sostiene a sí misma. Es artificio". 

"Los principios en que se apoya el mundo civilizado — el que hay que sostener — no existen para el hombre medio actual. No le interesan los valores fundamentales de la cultura, no se hace solidario de ellos, no está dispuesto a ponerse en su servicio". 


El gobierno K y su 54%. Con nula propensión al diálogo y con
pretensiones  de exigir cada vez más derechos adonde quiera que van. 
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"Si se estudia la estructura psicológica de este nuevo tipo de hombre-masa, Se encuentra lo siguiente: l.º, una impresión de que la vida es fácil, sobrada, sin limitaciones trágicas; por lo tanto, cada individuo medio encuentra en sí una sensación de dominio y triunfo que, 2.º, le invita a afirmarse a sí mismo tal cual es, dar por bueno y completo su haber moral e intelectual". 

"El niño mimado de la historia humana es el heredero que se comporta exclusivamente como heredero. Ahora la herencia es la civilización — las comodidades, la seguridad en suma, las ventajas de la civilización". 

"Este hombre lleno de tendencias inciviles, este novísimo bárbaro, es un producto automático de la civilización moderna, de la forma que esta civilización adoptó en el siglo XIX. No ha venido de fuera al mundo civilizado como los "los grandes bárbaros blancos" del siglo V, sino que es su fruto natural". 

"La civilización del siglo XIX es de índole tal que permite al hombre medio instalarse en un mundo sobrado del cual percibe sólo la superabundancia de medios, pero no las angustias. Se encuentra rodeado de instrumentos prodigiosos, de medicinas benéficas, de Estados previsores, de derechos cómodos. Ignora, en cambio, lo difícil que es inventar esas medicinas e instrumentos y asegurar para el futuro su producción". 

La toma de la Bastilla del 14 de Julio de 1789 fue el primer acto violento de una revolución hecha en nombre de la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad, que luego se tornaría irrefrenable.


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"Cuando la masa actúa por sí misma, lo hace sólo de una manera, porque no tiene otra: lincha. No podrá extrañar que ahora, cuando las masas triunfan, triunfe la violencia y se haga de ella la única ratio, la única doctrina. Se trata del progreso de la violencia como norma". 


EL ESTADO EN UNA SOCIEDAD DE MASAS
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"El Estado contemporáneo es el producto más visible y notorio de la civilización. Y es muy interesante, es revelador, percatarse de la actitud que ante él adopta el hombre-masa. Éste lo ve, lo admira, sabe que está ahí, asegurando su vida; pero no tiene conciencia de que es una creación humana inventada por ciertos hombres y sostenida por ciertas virtudes y supuestos que hubo ayer en los hombres y que puede evaporarse mañana. Por otra parte, el hombre-masa ve en el Estado un poder anónimo, y como él se siente a sí mismo anónimo — vulgo —, cree que el Estado es cosa suya. Imagínese que sobreviene en la vida pública de un país cualquiera dificultad, conflicto o problema: el hombre-masa tenderá a exigir que inmediatamente lo asuma el Estado, que se encargue directamente de resolverlo con sus gigantescos e incontrastables medios". 

"Este es el mayor peligro que hoy amenaza a la civilización: la estatificación de la vida, el intervencionismo del Estado, la absorción de toda espontaneidad social por el Estado; la anulación de la espontaneidad histórica, que en definitiva sostiene, nutre y empuja los destinos humanos. Cuando la masa siente alguna desventura o, simplemente, algún fuerte apetito, es una gran tentación para ella esa permanente y segura posibilidad de conseguir todo — sin esfuerzo, lucha, duda, ni riesgo — sin mas que tocar el resorte y hacer funcionar la portentosa máquina". 


Hitler y Stalin aunque opuestos en sus fines, ambos representan los extremos del estatismo apoyado por las mayorías












                                    
"El hombre-masa cree, en efecto, que él es el Estado, y tenderá cada vez más a hacerlo funcionar con cualquier pretexto, a aplastar con él toda minoría creadora que lo perturbe; que lo perturbe en cualquier orden: en política, en ideas, en industria". 

"El resultado de esta tendencia será fatal. La espontaneidad social quedará violentada una vez y otra por la intervención del Estado; ninguna nueva simiente podrá fructificar. La sociedad tendrá que vivir para el Estado; el hombre, para la maquina del gobierno". 

"La sociedad, para vivir mejor ella, crea, como un utensilio, el Estado. Luego, el Estado se sobrepone, y la sociedad tiene que empezar a vivir para el Estado". 

"Mussolini pregona con ejemplar petulancia, como un prodigioso descubrimiento, la fórmula: Todo por el Estado; nada fuera del Estado; nada contra el Estado. Bastaría esto para descubrir en el fascismo un típico movimiento de hombre-masa. Mussolini se encontró con un Estado admirablemente construido — no por él, sino precisamente por las fuerzas e ideas que él combate: por la democracia liberal"




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